EL otro día estuve viendo La Sirenita con mis compañeros de piso. Hacía como 15 años que no veía el susodicho filme y tengo que decir que no ha sido lo mismo.
Depués de tantos años bajo del mar, Ariel se secó a las dos horas de estar al sol
Cuando era un dulce infante y mi edad no tenía dos cifras, pasaba horas en casa de mi tía viendo una y otra vez La Sirenita. Dejé de verla cuando, creyéndome sebastían (el cangrejo para entendernos) me metí en la cocina de un Gabacho y le tiré salsas y cuchillos por encima. Él murió. Yo, al ser menor, salí impune.
La cuestión es que, una vez más, la tesis de que cuando vuelves a ver una serie/película que no veías desde niño todo es diferente se vuelve a cumplir. Te fijas en detalles en no los que no te fijabas cuando eras un fan más del monstruo de las galletas. Por ejempla: lo mal echa que está la sirenita en algunos planos. Parece que tiene flemones; y hay veces que sale raquítica o que sale descompensado el tamaño de su cebollo con el de su cuerpo... en fin. Nada grave puede pensar alguno. Y es cierto, el echo de que Ariel parezca hija de un pulpo en algunos planos no incide en nada en mi ilusión de recuperar tan añorada y alabada película. Eso se puede arreglar. En la Cúpula de la Ira se trabaja para que tu vida sea un poco peor cada día.
Vamos a plantearnos el siguiente caso. La Sirenita hace un trato con la malvada bruja del mar para que, a cambio de su voz, le otorgue unas patacas de toma pan y moja. Osea que Ariel se va p´arriba al mundo de los humanos sin voz pero con la capacidad de recorrerlo a su antojorl. Aquí es donde viene el problema. Junto con las piernas, mejor dicho, ENTRE las piernas me imagino que habrá un aparato coproductor femenino, también llamado potorro, y un ojaldre. Pero a la sirenita esto no parece afectarle en nada! Osea que después de 16 años, (sí, la sirenita tiene 16 años de modo que el príncipe en su noche de bodas no hace nada ilegal) meando o defecando o lo que sea por vete tú a saber dónde, ahora empieza a mear por el citado aparato y le parece normal. Eso no es así. Después de comer tendría que cagar, mear o lo que sea. Y claro, como la sirenita es muy inocente y no sabe nada de la vida de los humanos, no sabría que hacer. Porque, sí, Ariel, la vida de los humanos no solo es saltar con nuestras piernas y cantar, también cagamos, meamos, follamos, comemos... y todo para Ariel es nuevo.
Así que animo a Disney a incluir una o más escenas extra en la que veamos a Ariel descubriendo sus nuevas capacidades. A saber: mear, cagar, tener el periodo, follar, tener hijos y alguna más que me dejo, ya que son combinaciones entre las capacidades ya citadas, como por ejemplo el sexo anal. Sería digno de ver cómo Ariel se giña encima y avanza hacia su príncipe con las manos llenas de heces y preguntando: ¿Qué es esto? ¿Qué me pasa? ¿Es comida?. Y el príncipe por supuesto vomitando.
Esta escena de las heces es totalmente válida para: la orina y la sangre. Osea, Ariel pringadísima de sangre y preguntado ¿Qué pasa? ¿Qué es esto? ¿Por qué no ponía esta mierda en el contrato que firmé? Que cabrona era la bruja...
Y es que hay que leer la letra pequeña my Little Mermaid.