Sociedad Geográfica Edelweiss

Cuánta gente me miraba por encima del hombro cuando iba a trabajar al río a recoger ratas muertas y yo sin saber que era nada más y nada menos que geógrafo.

De acuerdo, puede que no tenga "estudios", ni "titulación", pero tengo algo mucho mejor que me hace automáticamente miembro del staff de la excelentísima "Sociedad Geográfica Edelweiss": mi pijama.

Incluye sello aprobatorio de la universidad del puerto de Coney Island

Y es que llevo años siendo un importante miembro de la Sociedad Geográfica Edelweiss y no me había dado cuenta. Lo ponía en mi pijama y no me había parado a leerlo, hasta que mi fiel y simiopata lacayo Harley me advirtió de ello.

A partir de ese momento he descubierto que también estoy graduado por la universidad de Harvard, la de Oakland y soy miembro de una extraño movimiento llamado "Santa Fe XXI Century", movimiento que, según he indagado, intenta descubrir el secreto de los burritos con bomba de calor incorporada.

¿Qué ponemos en esta sudadera? No lo sé, pulsa el teclado con la palma de la mano y lo que salga.

¿Quién me iba a decir que tengo 3 carreras en vez de 1? Y nada menos que en Harvard. Tengo que seguir mirando fotos de cuando era niño porque seguro que tengo más ropa que me acredita como titulado en más universidades o miembro de más asociaciones y empresas.

Y es que vuestra ropa esconde agradables sorpresas. Podéis ser sin saberlo miembros activos de logias perdidas o agentes secretos de las mejores agencias de inteligencia del mundo. ¿A qué se debe esta práctica tan arraigada en el mundo de los pijamas y de la ropa de baja calidad? Se podrían usar otros logos o motivos, pero sin embargo se usan logotipos de instituciones reales. Puede que lo hagan para que el usuario de estas prendas se sienta parte de algo grande, o puede que simplemente, el encargado de elegir imágenes y nombres para los logos sea un ebrio mapache que aprieta teclas al azar cada vez que recibe una descarga eléctrica.


Gorra y paseo por el Bronx, qué hermosa combinación para un sábado por la noche.


Eso sí, debéis tener en cuenta que vestir estas prendas con instituciones al azar puede acarrear problemas, ya que te pueden exigir responsabilidades propias de sus miembros, y en caso de negarte, puedes enfrentarte a la vergüenza pública en unos casos, y a épicos castigos en otros.

De modo que ya sabéis, leed lo que pone en vuestros ropajes; la aventura os espera.


El necesario miedo de las palomas


Qué poco pensamos normalmente en lo necesario de que las palomas nos teman. No caemos en la cuenta de que, sin ese miedo, seríamos dominados por las palomas en unas 24 horas. Es decir, si de pronto las palomas perdieran el miedo que sienten por nuestras patadas y nuestros cachorros humanos, perderíamos la hegemonía del planeta tierra en un batir de mugrientas alas.

Me da miedo pensar que las palomas se están acostumbrando a nosotros y que cada vez campan más a sus anchas por nuestro territorio. En un mundo en el que el miedo de las palomas no existiera, las palomas serían las reinas y es que, primero, son muchas, segundo, son idiotas y tercero, son como ratas del cielo, y las ratas comen cualquier cosa y aguantan mucho.

Si te pierden el miedo, estás muerto.


La razón de estos apocalíptopensamientos es que el otro día, paseando por la calle, observé a lo lejos que una paloma se estaba dando un festín con algún trozo de basura de la calle. Regodeándome en mi -aparente- superioridad tanto física como mental, me acerqué a ella esperando el inevitable revoloteo asustadizo; pero nunca llegó. La paloma siguió en su sitio, inmutable ante mi presencia y devorando su maloliente bocado. Incluso me pareció ver que me miraba y sonreía. Muy aterrador.

¡Chan!

¡Chan!

¡Chan!

¡¡¡CHAAAAAAAN!!!¡Tan tan tan taaaaan!

De modo que no dejéis que las palomas os pierdan el miedo. Es necesario para garantizar la supremacía de nuestra especie. La próxima vez que veas una paloma pisotéala, dispárale, escúpela, pégale una patada o mirale mal, pero déjale claro que tú eres el jefe. Y si puedes hacerlo delante de sus hijos mejor, que vayan aprendiendo las reglas del juego.

Museo del Cerumen, Part. II

Los más importantes momentos de la historia en la Cúpula de la IRA: año 1912, el Titanic se hunde y mueren miles de personas y alguna que otra mascota. Año 1940, los hermanos Kirk y Mac McDonald fundan lo que 70 años después será la razón de la feliz sobrealimentación de 47 millones de humanos al día, McDoland´s. Marzo de 2006, los cirujanos del hospital de Cruces de Bilbao extirpan el mayor tumor de la historia: 65 kg que se van derechitos a un McDonald´s cercano. Desde entonces, nada más. Hasta ahora. ¡Y es que la Cúpula de la IRA celebra su entrada numero 100! -Bueno, esta es la 101, pero haced como si fuese la 100 y la magia seguirá su camino-.

Para celebrar tan importante evento mundial, hoy en la Cúpula retomo uno de los mayores viajes realizados por el hombre. En su día, la expedición fue loada y transmitida como una increíble aventura de horror y hedor. ¡Estoy hablando del Museo del Cerumen de Madrid!

Y es que dejamos la visita a medias, porque aun nos quedan más fotos horripilantes que quiero compartir con vosotros y por supuesto "el Túnel del Terror" y "FX fuerza 10". Adéntrense en un mundo de horror y vómito de la mano de la Cúpula.

La anterior entrada sobre el Museo del Cerumen, terminó con el relato de nuestra salida del infierno con olor a comino y sudor que es el citado museo. Ahí es donde retomamos la historia. Y es que, por si las cientos de figuras deformes parecieran poco suplicio, los inhumanos seres que regentan el museo, añaden un carricoche de realidad -diarreal- virtual. Poco hay que decir de este elemento de tortura sacado de la peor de las pesadillas del mismísimo Belcebú. El copyright es de 1994, los gráficos son como de la Mega Drive y a los 2 minutos de entrar, el intenso calor de los paneles de fibra de vidrio, el sonido enervante y las continuas sacudidas del aparato, hacen que desees morir, pero nadie te ayuda. Gritas, y tus gritos son amortiguados por la piel de otros visitantes, que se ha usado a modo de material aislante para los gritos.

Mareado y confuso, sales de la torunda virtual y te llevan a la entrada de "El Tren del Terror", que como su propio nombre no indica, no es un tren, y no da terror. Da pena. Ejemplos de los horrores del dichoso tren:

El señor de "Alien"recién operado de cataratas y con una piruleta en el pecho.

"Rambo" en un mercadillo de cabezas de chinos y flores.

Lamentablemente, las luces estroboscópicas y las arcadas me impidieron hacer más fotos, pero creo que queda bien reflejado el esperpento de este tren, en el que tan pronto ponen a E.T de malo con garras y ojos rojos, como a Hitler saltando a la comba rodeado de perritos y con Chewaca lamiéndole los pezones. Nota: puede que este último ejemplo sea inventado. Una vez que se llega al final del camino, el tren vuelve hacia atrás y te hace ver de nuevo las penosas escenas vomitadas del cerebro de algún pariente simiesco con retraso del Homo Habilis. Con ellos consiguen que la experiencia sea merecedora de fuego. Y en cantidades.

Así, tras sufrir las horribles marionetas de cera y el intenso olor a desinfectante del museo, los FX nivel 10 de la realidad virtual y el trauma que supone el tren del terror, por fin, eres libre y sales a la calle sabiendo que ya nunca volverás a ser el mismo. Una parte de ti se queda dentro, atrapada entre las paredes del infame museo. Es tu niño interior, que lo usan como argamasa para otros nefastos abortos que decorarán las entrañas del Museo de Cera.

Para terminar, os muestro una selección de los horrores de cera del Museo del Cerumen de Madrid, bon apetit.

Jesús comiéndose el auténtico "tejón de la Nochebuena"


¿Bruce Willis de tabernero? Por qué no, no ha dejado de hacer papeles de tabernero en toda su carrera.


Damas y caballeros, con todos ustedes, el autentico M. Schumacher, la M es de mierda


Lecciones de historia: Drácula haciéndose el Hara Kiri.


Pegamento cárnico, tan horrible como parece

¿Llevas desde niño queriendo crear un fantabuloso híbrido mágico uniendo una oca y un gato? ¿Gatoca? ¿Ocato? Si la respuesta es sí, alégrate, deja de lado el hilo y la aguja que le robaste a tu tía Tula y presta atención.

Resulta que desde hace más de 15 años, en EEUU y en Holanda usan una enzima que une proteínas. Resumiendo: une productos cárnicos de animales, y a los propios animales.Vieiras, cerdos, perros, berberechos, jirafas, vacas, caracoles... y por supuesto, humanos. Nadie ni nada resiste la potente atracción que esta enzima ejerce en sus proteínas, que quedan pagadas como si usáramos SuperGlu, sin las incómodas abrasiones y el olor/sabor raro. Todo son ventajas amigos.

La aplicación inicial de esta monstruosa enzima es la de unir alimentos para la gastronomía. ¿Quién no ha soñado alguna vez con comer un pulpo que, en vez de tentáculos, tenga cabezas de pájaros? Personalmente, es mi sueño culinario.

Pero claro, esto es de cara al público, porque una enzima que haga esto no se va a quedar detrás de los fogones eternamente. Piénsalo bien, tenemos una cosa que es capaz de unir carne. ¿Cuánto tiempo tardaremos en ver uniones monstruosas en pos de la superioridad táctica en la guerra del siglo XXI? Imagínate un supersoldado compuesto por 20 supersoldados que, si por sí solos ya son mortales, unidos a sus otros 19 compañeros son imparables. Serían capaces de destruir una ciudad como Jaén en 13 minutos. Y si uno de ellos es abatido, lo despegan a lametazos y pegan a otro. Así de fácil. Así de mortal.

Pero las combinaciones mortales no acaban ahí. Si a estos 20 megasoldados, se les une además un tiburón blanco y unos chipirones -por ejemplo-, el resultado sería un supersoldado que además de matar, dejaría ciego a tintazos y se comería los cadáveres. Práctico, rápido, limpio y ecológico. De nuevo, solo hay ventajas.

Estoy deseando que vendan esta enzima en el supermercado. Seguro que si me pego unas lombrices a los dedos puedo escribir una entrada como esta en 14 segundos. JA.

Cigarros con botones: welcome to the future

Ayer descubrí que estamos en el futuro. En breve veremos en nuestras calles coches voladores y en nuestros supermercados pollos con función de autocalentado. Pero por ahora, y en espera de esos maravillosos productos que están por llegar, me conformo con el invento que ha revolucionado mi mundo y va a revolucionar el vuestro: un cigarro con un botón de cambio de sabor.

La Cúpula no está financiada por las tabacaleras

Sí amigos, cigarros con botón. Ahora entendéis el título de la entrada. la cuestión es tan simple como futurista. El fumador tiene a su disposición un botón que se ubica en el filtro. Este botón, al pulsarlo, hace que se rompa una cápsula que contiene mentol y que cambia el sabor del humo para volverlo más fresco. No voy a dar mi opinión -por ahora- sobre los cigarrillos mentolados, suficiente estupidez me parece fumar ya -lo que me convierte en doblemente estúpido-, como para encima fumar humo con sabor a menta. Pero el botón de marras me tiene maravillado. ¿Para cuando botones que liberen sabor a pollo? ¿O sabor a pladur? o mejor aun, un cigarro que sepa a puro.

Esta imaginativa solución de nuestras amigas las compañías tabacaleras, supone todo un avance en lo que al concepto del sabor se refiere. A partir de ahora, y al igual que los cigarros con botones, podremos adquirir alimentos con botones que sabrán a lo que nosotros queramos.

De modo que, animo a los consumidores a fumar más para que las tabacaleras tengan más dinero con el que innovar y meternos de lleno en el futuro.

No ahora en serio, no fuméis niños, fumar es malo.

Fe de errores I

Ríos que se secan en sus cauces. Flores que se marchitan en el ocaso del verano. Jóvenes que mueren en guerra que no entienden. Gatos que vagan por la noche sin rumbo y sin destino. Cervezas que estallan contra el suelo antes de ser bebidas. Trenes que terminan sus días de servicio en una vía muerta esperando su desguace. Zombis que se congelan con la llegada del invierno en la estepa siberiana. Mi cerebro, que se consume poco a poco y deja tras de si un rastro de cenizas y vómito.

Veo con preocupación que mi capacidad mental -sobre todo la capacidad retentiva y la memoria- se merman a pasos agigantados conduciéndome a un incierto final en el que probablemente abunden los utensilios de sílex y el lanzamiento de heces sea deporte nacional. He de admitir que, en cierto grado, estas dos cosas me atraen, pero no puedo dejar de lado los inevitables inconvenientes de un futuro como ese. De modo que voy a firmar ante notario una declaración en la que me comprometo a tomarme mis pastillas y a hacer ejercicios con el Brain Training para que no vuelva a repetir tema en mi amada Cúpula de la IRA.

De modo que, estimados lectores, les pido disculpas por el incidente relacionado con las entradas "Naranjo misterios de ayer y hoy II" y "La peor combinación de la historia: cosa ácida y velatorio". Y es que, a pesar de que nos hemos reído hasta vomitar con ellas, son entradas que comparten tema y protagonistas, y esto, dejando de lado los texto-dólares que me proporciona cada entrada, no es ni bueno ni permisible. En mi defensa, he de decir que lo he hecho desde la más absoluta inconsciencia, si bien esta pobre escusa no quitaría que un jurado me condenase a muerte por catapulta. Dicho esto, disfruten de las dos entradas y larga vida a la Cúpula.

La peor combinación de la historia: cosa ácida y velatorio

¿Qué tendrán las cosas ácidas para que cuando nos las metemos en la boca nos hagan sonreír? Bueno, más que una sonrisa, es una mueca entre sonrisa y dolor y cosa rara.


El Joker en pleno post-operatorio


Yo creo que estos alimentos -frutas ácidas, gominolas...- tienen el poder de desplegar poleas invisibles que tiran de nuestros carrillos hacia atrás. O eso, o quieren que la humanidad aparente felicidad a cualquier precio, incluyendo la muerte. Y es que un exceso de estos productos conlleva la llamada "muerte por sonrisa", que ocurre cuando los carrillos se van tanto hacia atrás que aplastan al cerebro por compresión.

Pero nos estamos desviando del tema de la entrada de hoy. Los lugares en los que no deberíamos tomar cosas ácidas: velatorios. No queda bien sonreír en un velatorio -o funeral- en el que la desconsolada viuda/o -no soy lo suficientemente moderno para usar una arroba aquí- está relatando los mejores años junto con su fallecido cónyuge. Por mucho que nos guste esa gominola o muy gracioso que fuese el fiambre en su vida, no queda bien.

Así pues, reservaros vuestros ácidomentos para lugares o situaciones en las que uno pueda sonreír hasta el infinito.

Del mismo modo, esta curiosa capacidad de los alimentos ácidos nos puede echar una mano en situaciones en las que tenemos que sonreír y no queremos hacerlo, como por ejemplo ante un chiste horrible de un jefe, una sesión de fotos del maravilloso viaje intelecto-cultural de unos amigos o cuando se recibe una preciosa de porcelana de dos enamorados como regalo de cumpleaños.

Así pues, seguid mi consejo, tened siempre a mano algo ácido para momentos clave de nuestra vida. No, el ácido sulfúrico no vale.

Paso de cocodrilos y perros rabiosos

Las cebras se han quedado anticuadas y odiadas. Demasiado blancas para el país de los negros, demasiado negras para el país de Walt Disney. Olvidadas y pisoteadas, ahora son sustituidas gracias a nuestros queridos publicistas, que, bajo la premisa de la seguridad vial, quieren conseguir un índice de mortalidad infantil récord en nuestras calles. Y es que las cebras no imponen, debieron pensar en la agencia de publicidad que ha diseñado los nuevos pasos. De modo que han puesto cocodrilos y perros rabiosos en vez de las clásicas lineas blancas para, a la vez de horrorizar, educar.

¿Cuántos niños quedarán atrapados por el miedo entre los dos animales? ¿Un millón?

Se quiere conseguir llamar la atención de los niños y que se tomen en serio los pasos de cebra. Para ello quieren que les den miedo. Supongo que todo estará cimentado en serios y profundos estudios de psicología infantil. Yo por mi parte solo veo tres posibles resultados para esta campaña:

1º: Los niños cogen miedo a los pasos de cocodrilos y perros rabiosos. Pero tanto miedo que los cruzarán demasiado rápido y morirán atropellados, o cruzarán por otro lado y morirán atropellados. Horrorosamente gracioso.

2º: Los niños más osados o de una edad mayor, se sentirán atraídos por los graciosos dibujos de cocodrilos y perros rabiosos y morirán atropellados al pararse a mirarlos. Doblemente horroroso y gracioso.

3º: Los niños asumirán el mensaje que se quiere transmitir pero guardarán en su interior un miedo profundo a los pasos de cebra. Este miedo quedará latente en su cerebro y explotará cuando, ya siendo adultos, quieran pasar por un paso de cebra muy largo. En ese momento comenzarán a vomitar de pánico y a correr por la carretera y morirán atropellados. Vómito gracioso.

Así pues, dejemos a las cebras en paz. Hacen su trabajo sin quejarse a nadie. No se merecen esto. y en cuanto a la agencia de publicidad que ha diseñado esta campaña, solo una pregunta: ¿Cuántos niños tienen que morir para que ustedes se hagan famosos? Yo por mi parte creo que no los suficientes.