Los problemas de sobrepeso de Bibendum

Bibendum: francés, imagen de marca de Michelín, centenario, adorable, bueno con los niños y con los mayores, se preocupa por nuestra seguridad y protege a la ciudadanía. Es afable y siempre esgrime una sonrisa. Pero esa sonrisa oculta un grave trastorno alimenticio. 

Y es que, ¿A alguien le parece sano o natural un ser humano al que le sustenten sus michelines? ¿Un ser humano al que, al parecer, le han salido tumores de grasa por todo el cuerpo? Basta ya de tanto marketing sin escrúpulos. Bibendum muere cada día un poco más, rumbo a un ataque al corazón o a una amputación de sus piernas por la diabetes. 

Violo niños. Fuck yeah.

Pero no. Nos lo presentan como un triunfador. Una especie de David Hasselhoff mórbidamente obeso. Es la imagen de la seguridad al volante, aunque su oronda panza no le deje llegar a agarrarlo. Un drama.

Dejamos a parte el hecho de que sea blanco como la leche y carezca de nariz. Seguramente se deba a un accidente o a alguna tronchante enfermedad que no viene al caso. Pero su problema con la grasa sí que viene al caso. No podemos dejar que los niños crezcan con la promesa de una vida plena y llena de felicidad gracias a la grasa. Los niños deben crecen sabiendo que para alcanzar la felicidad les debe tocar la lotería, o un cónyuge millonario. Es la única manera. 

¿La solución? Algunos la tildarán de drástica, pero deberíamos sacrificar a Bibendum. Acabar con su enmascarada agonía y crear un Bibendum nuevo, igual de muerto por dentro, pero más delgado y, por lo tanto, mejor. 

Y YA ESTÁ.

Goofy tiene retraso mental

Es algo que nos lo olíamos. Su risa, su expresión perennemente perdida, el hecho de que su perro sea más avispado que él... Disney nos lo puso fácil. PERO.

Ha sido hace poco cuando lo he podido comprobar. Y es que, de niños, veíamos a Goofy como un adorable -¿salmón de secano?- animalito, torpe y simple que nos hacía sentir bien porque pensábamos que hasta nosotros le ganaríamos al poker. Pero ahora, de mayores, que la vida nos ha vapuleado y nos ha enseñado que Goofy moriría abrasado al primer intento de hacer un pollo asado, lo vemos con otros ojos. Más críticos, más inyectados en sangre. Lo vemos así:

 Goofy haambre.

Su sonrisa, sus piernas con algún tipo de enfermedad que las hace estar arqueadas, su mano torcida en una horrible garra deforme, el cuello girado unos grados de manera que siempre haya un hilo de baba asomado a la comisura de los labios... Todo muy grotesco, muy subnormal.

Y ahora me pregunto yo ¿A quién se le ocurrió que este era un buen ejemplo para los niños? ¿Qué clase de monstruo pensó que era buena idea dejar la educación de los niños en las manos de un mongólico? ¿Acaso esta mente hitleriana pensó que los niños se sentirían bien riéndose de un animal con retraso? ¿Significa esto que todas las generaciones que hemos crecido con Goffy somos una especie de experimento sociológico para ridiculizar y acabar con el retraso mental? Preguntas. Una vez más. Preguntas sin respuesta en aqueste infame blog. 

De modo que ya sabéis, la próxima vez que veáis un programa de Goofy decid NO. Se empieza con Goofy se termina con el caballo debajo de un puente.

Y FIN.

La perfección de los melocotones en almíbar

Los melocotones son como las personas: los hay gordos, pequeños, grandes, pesados, secos, deliciosamente húmedos, peludos, deformes, con bicho dentro, podridos... Pueden ser de muchas maneras, pero al igual que las personas, no son perfectos. ¡AH! Pero hay unos melocotones que se creen mejor que los demás. Son lisos, regulares, repeinados y de un amarillo anaranjado perfecto; se podría decir que son los arios de entre los melocotones.

Hablo, por supuesto y como reza el título de esta infame entrada, de los melocotones en almíbar. Nunca encontrarás, estimado lector, un melocotón en almíbar que no sea la suavidad personificada o, mejor dicho, la suavidad melocotonizada. Siempre tienen un aspecto inmejorable, sin zonas oscuras, pelos, irregularidades o bultos. Siempre muestran un liso perfecto y un tamaño perfecto. 

¿A qué se debe, me pregunto yo, esta perfección? ¿Acaso todos los melocotones en almíbar son descendientes o clones de algún melocotón perfecto creado con ingeniería genética en un oscuro laboratorio de Corea del Norte? ¿Será el almíbar el que dé ese acabado perfecto a los melocotones? ¿Los pule y suaviza como si de un tierno riñón humano se tratara? ¿La falta de hueso hace que se consiga esa perfección? Preguntas...

Míralo bien, se cree mejor que tú. Es mejor que tú. 

Si extrapolamos todas estas hipótesis al cuerpo humano nos encontramos con cuestiones interesantes. Si quitáramos todos los huesos a una persona, ¿quedaría suave y aterciopelada? ¿Un baño de almíbar diario puede ser la tan ansiada fuente de la eterna juventud? ¿Deberíamos empezar a enlatar personas?

Puede que nunca hallemos las respuestas lanzadas en este blog, quizá nadie se atreva a contestarlas, pero una cosa está clara: Don´t trust de peaches!

Los misterios de los mosquitos oculares

Llega un momento en la vida de todo ser humano en el que un mosquito decide que su ojo es un buen lugar para vivir. Puede que pase cuando vas en bici, puede que pase cuando das un tranquilo paseo en un día ventoso o puede que decidas adoptar a mamá mosquito para que no pase frío en invierno.

Sea como sea, en el momento en que un mosquito entra en tu globo ocular hay dos posibilidades: o bien sacas un lagrimoso y semi amputado cadáver de mosquito o bien te pasas horas hurgando en el ojo sin encontrar nada y con el resultado de un picor que se prolongará en el tiempo.

Pero el picor no es más que un pequeño efecto secundario comparado con el problema REAL: ¿Dónde se esconde el dichoso bicho? ¿En qué oscuro recoveco de nuestro cuerpo termina? 


Quiere tu cerebro

Porque hay veces que tenemos suerte y sacamos un mojado y confuso mosquito que aplastamos con furia por haberse atrevido a violarnos, y hay veces en las que lo único que conseguimos es meternos el dedo hasta rozar nuestra escasa mas encefálica y YA. No conseguimos sacar el bicho. Como mucho le amputamos alguna de sus patas, lo que lo enfurece más y lo convierte en el doble de peligroso estando ahí dentro, donde sea que esté. 

El enigma está servido. Ya basta de cortinas de humo. La crisis es solo una escusa para que no abramos lo ojos y salgan los mosquitos que tenemos dentro. Porque, no lo dudéis, tenéis mosquitos dentro de vuestra cabeza, tras los globos oculares, vigilando, controlando. ¿La razón? Nadie la sabe, excepto las altas esferas y la élite. Siempre la élite. La élite que, a su vez, está controlada por mosquitos. LA ÉLITE SON MOSQUITOS. 


Y YA.

Las manchas solares de los plátanos y sus misteriosas propiedades

Plátanos. Son amarillos, amables, nacen en las Canarias y esconden secretos. Tienen forma fálica y una textura que facilita la digestión y la expulsión. Son dulces, famosos y esconden secretos. Son amarillos y tienen manchas negras, y en esas manchas radican sus secretos.

Manchas negras, algo que normalmente nos hace no comprar cualquier alimento, en el caso de los plátanos hace que los compremos sin dudarlo porque se supone que son mejores. Pero ¿qué son exactamente esas manchas? ¿Podemos fiarnos de ellas? Un servidor opina que no.

En lo podrido está el sabor. Y la muerte.

Porque si bien las manchas podrían pasar desapercibidas, lo que no lo hace es la marabunta humana que se auto denominan "amantes de las manchas de plátanos". Las buscan y las anhelan como si fuera ambrosía. Y no sólo las manchas externas, sino las internas, que son peores. Y es que la manchas externas son sólo eso, manchas, no implican que debajo haya muerte, pero las manchas internas SON muerte. Es como el espinazo relleno de heces de los langostinos. Son zonas podridas que no son aptas para el consumo humano y/animal, pero tienen sus seguidores. Pobres almas en pena que buscan y olisquean esas zonas marrones antinatura y que son capaces de matar por ellas.

Esto es así. Es tan cierto como que hay infraseres que fuman tiras de plátanos resecas; dicen que no les gusta, pero lo cierto es que lo hacen y lo disfrutan. Así pues, ¿podemos fiarnos de estos platano-zombis? No. ¿Podemos fiarnos de las manchas? Tampoco.

Lo más probable es que en esas manchas se reflejen las manchas del astro rey, focalizándose y concentrándose como un láser. ¿La razón? Probablemente alguna razón misteriosamente sexual para que los humanos dependientes de los plátanos devoren manchitas podridas hasta convertirse ellos mismos en manchitas podridas. Y FIN.

Fé de errores de la Cúpula de la IRA

Con este texto quiero aclarar lo dicho en la entrada "Las mutaciones de la navidad", ya borrada. El licor presentado en dicha entrada -Pichín Real- se encontraba caducado y de ahí su aspecto, por lo que la Cúpula de la IRA quiere disculparse públicamente ante cualquier persona o entidad que se haya visto afectada por el contenido de la citada entrada.

Los animales de tu vida

A la gente normal el gusta devorar animales. Saben bien y sirve para dejar claro que ocupamos el último piso de la pirámide alimenticia. Los animales forman parte de nuestra nutrición y de la nutrición de la mayoría de seres humanos de este planeta. Comemos vacas, conejos, ballenas, gallinas, patos, toros, cerdos, cerdos bebé, ranas, ocas, vieras, avestruces, burros, jirafas, búfalos y, en definitiva, cualquier cosa que tenga músculos y sangre. Si hiciéramos una lista personal, descubriríamos que hemos probado muchos animales diferentes pero, la entrada de hoy pretende descubrir de cuántos animales diferentes hemos comido un pedazo.

Pedazos de animales. Pedazos de animales everywhere.

Normalmente comemos animales de forma consciente. Compramos un animal muerto, lo asamos al horno y lo devoramos. Pero hay veces que comemos animal de forma inconsciente: en un supuesto plato vegetariano que lleva pedazos de buey, en un rico helado de camy que lleva proteína de fetos de cerdo... Las combinaciones son tan amplias como el mal que habita en las mentes de los científicos que crean los platos "libres" de animales. Eso sin contar los alimentos establecidos por el imaginario popular como "no animales", como el fiambre de pavo, el surimi, el maíz...

Luego están las ocasiones en las que pensamos que estamos comiendo un solo animal, y sin embargo estamos comiendo pedazos de varios animales a la vez. Eso ocurre cuando comemos animales rellenos de otros animales, cuando comemos carne picada mezcla de varios animales, cuando saboreamos un rico caldo de animales.... Este caso es especialmente dramático cuando comemos pollo de un restaurante fast food, ya que se trata de una masa informe creada a base de las sobras de miles de pollos.

La ecuación es de la complicadas. Entre los animales que nos comemos de forma consciente, los que nos comemos de forma inconsciente, más las moscas que nos tragamos por accidente de vez en cuando, saldría una media de más de un animal por día de nuestra vida. Pongamos que, de media, comemos de cinco animales diferentes cada día, multiplicado por ochenta años, nos da como resultado que probamos 146000 animales diferentes a lo largo de nuestra vida. FIN.

Flosko el payaso

Flosko llevaba toda la vida haciendo reír a los niños que visitaban su circo. Era la mascota y presidente del Gran Circo Mundial de Jaén, y todos lo querían mucho, ya que hacía del circo una gran familia. Los niños hacían dibujos de él llevándolos de paseo con arcos iris de colores de fondo, y él disfrutaba de sus sonrisas, que alegraban su viejo corazón.

Su único vicio comparable al de las sonrisas de los niños era el tabaco. Fumaba dos paquetes al día, y cuando soportaba mucho estrés cuatro o más. Su cuerpo había filtrado tanta nicotina que, con el paso de los años, dejó de pintarse la cara, al adquirir esta un tono amarillento de lo más cómico. A todo el mundo le pareció gracioso que nunca se quitara el maquillaje, lo que no sabían es que no era maquillaje. Los cigarrillos pasaban por sus labios dejando su venenoso recuerdo en los pulmones de Flosko, que seguía haciendo reír a los niños ajeno a la muerte que iba creciendo en su interior. En efecto, Flosko tenía cáncer, pero no lo sabía. O no lo quería saber. Hacía caso omiso a las señales en forma de esputos sanguinolentos y vómitos mañaneros. Flosko seguía fumando y haciendo reír a los niños mirando hacia adelante con esperanza de que todo pasara sin más. Pero no.

Desconocedor de su funesto futuro, Flosko despertó en el que iba a ser su último día en la faz de la tierra dando gracias al dios de los payasos por vivir. Dormía con un cigarro en la boca para no perder tiempo al despertarse, de modo que lo primero que hizo antes de abrir los ojos fue encenderse el cigarro. Aspiró un enorme bocanada de humo y al separarse el cigarro de los labios se llevó un pedazo de ellos, ya que se había quedado pegado. Flosko no lo sintió, ya que el cáncer tenía devoradas sus terminaciones nerviosas. Luego abrió los ojos y tras esputar sangre y un trozo de algo cárnico, desayunó otro cigarro.

Los niños lo esperaban en las gradas, Flosko esperaba al otro lado de las cortinas con estrellas estampadas. Todos aplaudían y él se sentía mareado y cansado. Al llegar su momento, Flosko echó a correr hacia el centro de la pista y en ese momento, su cáncer explotó, saliendo a borbotones por la boca. Las gradas bullían de emoción ante el regalo de ese nuevo número cómico de Flosko, que yacía en el suelo, finado.

Blog uno, entrada uno...

Abro este blog para enseñar a todos los internautas cómo soy, lo que siento, cómo lo siento... Con él quiero darme a conocer y haceros reir y llorar a lo largo de las numerosas entradas que publicaré. En ellas hablaré de actualidad, televisión, famosos... y sobre todo de mi, y de mi visión de todas estas cosas.

Si estás leyendo esto es porque somos almas gemelas y las almas gemelas tienden a unirse, como decía mi abuela: "las almas gemelas tienden a unirse". Juntos hablaremos de cosas que nos interesen, y descubrirás que no estás solo.

Este blog quiero que sea mi legado, el legado de mi visión del mundo y de los demás. Si quieres puede ser tu válvula de escape del día a día, y juntos podremos reir y llorar durante muchos años.

Dios te bendiga.

Blog uno, entrada uno, IRA: en aumento...

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