Irómetro Vol. VI
Del anterior Irómetro he sacado interesantes conclusiones. La más importante es que sí, tenemos mucha IRA, pero cuando hablamos de proyectarla sobre cosas tecnológicas y, sobre todo, cosas de pasta, ya nos controlamos un poco más. Tenemos que ir arreglando eso. Es decir, no podemos no romper nuestro móvil de un manotazo, para luego ir a hacer la compra y llamar al cajero hijo de puta porque nos devuelve mal las vueltas. Hay que canalizar la IRA adecuadamente.
Bien. Esta semana vamos a tratar de ahondar en otro tipo de IRA. Por ahora hemos estado estudiando la IRA que sale de golpe. La IRA incontrolable y que nos hace dar gritos y romper cosas.
Hoy me interesa la IRA que sale en momentos estudiados y preseleccionados. Por ejemplo: trabajas en una empresa que es una mierda. Cobras poco. Trabajas muchas horas. Los jefes son basura. Y los baños huelen a culo todo el día. Pues vas tú, y a modo de venganza rompes cosas: ratones, teclados... o las robas: te llevas bolis, ratones, cuadernos...
Otro ejemplo: estás en un bar y te sirven garrafón a precio de Moët Chandon. Además el DJ es una especie de infraser sordo y retrasado que no deja de poner la mierda de música que haría temblar de gusto a un quinceañero gilipollas al que le guste ver el Sálvame Diario. Pues bien, vas al baño y meas fuera. Y no solo meas fuera de la taza, sino que meas en el tirador, el espejo, el papel higiénico y el pomo de la puerta. Y no solo eso. Al salir del bar escupes en las puertas. Así aprenderán.
Último ejemplo: vas en un autobus de vuelta a casa a las 7 de la mañana con una cogorza que no te lames y el conductor conduce con el culo. Coge las curvas a toda hostia, se sube a los bordillos y tiene puesto en la radio a Jimenez Losantos asegurando que es Jesucristo reencarnado. Al cabo de tres arcadas, y sin tener realmente ganas de hacerlo, potas por los asiento, por los pasillos y las ventanas. Escupes en los cristales y al salir del bus le llamas hijo de puta al conductor.
Estos arrebatos de IRA son menos explosivos que los otros, pero a su vez son más dañinos. Además, normalmente, el que acaba pagando el pato es un señor de la limpieza o un camarero nuevo al que le enmarronan para limpiar los lavabos.
Dicho esto, dejo la pregunta de la semana: