Barreras de ancianas y otros peligros navideños

¿Cuánto miden cada una de las aceras de la Gran Vía madrileña? Por lo menos 5 metros. Con esta anchura aceril deberían ser capaz de soportar y conducir a muchos ciudadanos sin problemas, pero no. Ocurre que, en esta época de engalanados escaparates y frías tardes, grupos organizados de transeúntes se dedican a obstaculizar el libre paso de personas por las aceras. Son personas que no tienen un objetivo claro y pasean sin rumbo ni destino, con lo que, para las personas que caminan con algún fin, o con un objetivo claro, suponen infranqueables barreras de carne.

Bancos de ancianas lentas y errantes vagan por nuestras calles dificultando el paso de personas más jóvenes y rápidas. Van muy juntas y en grupos de tres, cuatro o más para calentarse mutuamente. Se esconden debajo de fastuosas pieles de exóticos animales en peligro de extinción y juntas forman una infranqueable barrera de piel y huesos añejos. Los viandantes más veloces que estas chicanes humanas deben salirse de la acera y exponerse a los peligros de las calles abarrotadas de coches conducidos por más viejas vestidas con pieles, sentadas en pieles y climatizadas mediante la combustión de bebés foca. Toda una conspiración.
El tema se recrudece en caso de lluvia, ya que los mismos grupos de ancianas pueden portar paraguas especialmente diseñados para la extracción ocular.

El hogar de la bestia

Otra barrera natural de las aceras, que puede darse en todas las personas, sin importar su edad, credo o sexo, es la parada en seco. Ocurre cuando un viandante se detiene sin mirar atrás y en seco para mirar un escaparate, hablar con su compañero o cualquier otra cosa que no se pueda hacer en movimiento. Sobra explicar los riesgos de esta actitud, que en su caso más extremo, puede ocasionar una avalancha humana de proporciones épicas.

Estos son sólo dos ejemplos de los peligros a los que una persona se enfrenta al pasear por una abarrotada calle en navidad. ¿La solución? Chalecos con motosierras incluidas o en su defecto, piernas con topes de tren.

P.D.: el summum del peligro callejero ha sido observar estupefacto cómo unas ancianas se jugaban la vida andando entre el tráfico de la Gran Vía para recoger del suelo unos flyers de Pacha. No saben lo que es Pachá y nunca van a ir a ese antro defecado, pero es gratis...

1 Comentarios llenos de IRA:

Irene dijo...

Doy fe de la avalancha de marujas sobre los flyers de Pachá... Muy heavy... Que tuvo que parar un taxi para no atropellarlas!!

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